Ijburg: el olvido de las lecciones urbanísticas de Ámsterdam

Pocas ciudades del mundo han conservado una consistencia en su quehacer urbanístico como lo ha hecho Ámsterdam desde finales del siglo XVI. Si me atrevo a criticar el nuevo desarrollo que ocurre al este del casco urbano, es justamente por el enamoramiento y admiración que produce en cualquier arquitecto, urbanista y urbanita, la forma generada históricamente en el centro de la ciudad y sus sucesivos ensanches, y por la impotencia que me provoca el verificar que las tendencias urbanísticas actuales han pasado de largo las lecciones de los grandes maestros en aras de un desarrollo inmobiliario desenfrenado.

La larga tradición del plan urbano en Ámsterdam se remonta a 1565, cuando en medio de una explosión demográfica causada por el auge económico, se promulga una Ordenanza de Construcción —que perdura hasta principios del siglo XIX— que requería para cualquier edificación,  la aprobación de de un consejo municipal. Los trabajos de urbanización eran ejecutados y financiados por agentes privados, pero los esquemas eran planteados por la administración local. “Lo que hizo  de los barrios de Ámsterdam algo magnífico, fue  el mantenimiento de la vigilancia corporativa en el planeamiento, el sembrado y la supervisión de todo el conjunto con un punto de vista de bien público” [1].

AMSTERDAM, 1776

AMSTERDAM, 1776
Netherlands «A Plan of the City of Amsterdam » detailed copper engraved city plan by John Andrews, first published in Plans of the Principal Cities in the World, about 1776.
Copyright information
Description
Historic map city of Amsterdam, the Netherlands
Source
Gemeente Atlas van Nederland
Date 1865-1870
Author J. Kuyper
Permission
Public domain
This image (or other media file) is in the public domain because its copyright has expired.

El plan inicial de ampliación de la ciudad comenzó en 1585 con la disposición del canal de Heerrengracht, de 25 m. de ancho y cuya función no sólo se restringió al tráfico marítimo, sino que fue la punta de lanza para el desarrollo ulterior de espacios públicos. Posteriormente, Hendrikje Staets propone hacia 1607, el Plan de los Tres Canales, que en su desarrollo,  le diera a Ámsterdam esa forma construida muy particular, asemejada a una tela de araña. Lewis Mumford apunta una de las lecciones: “El plan de los tres canales fue un milagro en cuanto a espacio, compacidad e inteligibilidad de un orden… Los sucesivos quiebres de dirección del plan de la telaraña mantienen la vista distante de ser una vacía y opresiva… este plan trajo las delicias del suburbio, su espacio abierto, sus jardines y sus árboles, a una corta distancia de la ciudad interior”[2].

Hacia 1866 y probablemente influenciado por los Anillos de Viena,  J. G. van Niftrik propone una expansión de la ciudad de manera progresiva, con un límite radial exterior  que albergaría un colchón verde. Este buffer o banda seguiría el perímetro de las fortificaciones medievales ya destruidas en ese momento. La idea, retomada y transformada por Kalff en 1877, se convertiría en la adición de un anillo residencial, con manzanas de viviendas alargadas que alojarían jardines interiores. La disposición de este nuevo anillo, que rompe con el orden del sistema policéntrico, es una de las más interesantes aportaciones hasta ese momento. Esta nueva disposición permitiría albergar espacios libres de edificación que hasta mediados del siglo XIX estaban solamente representados por plazas. El plan Kalff se completó alrededor de 1900. Sin embargo Ámsterdam crecía de nuevo una vez más.

Plan de expansión de J. Kalff, 1875

Plan de expansión de J. Kalff, 1875
Buurman, Marlies, et. al, «IMPACT: Urban planning in Amsterdam after 1986», ARCAM/Architectura & Natura Press, Amsterdam, 2005. PP23.. con copyright

Un tercer gran ensanche, el plan de Ámsterdam Sur (Plan Zuid), se desarrolla  en dos etapas (1901-1905 y 1914-1917) bajo la dirección de M. P. Berlage. Su propuesta era la realización de un barrio-jardín; un nuevo canal uniría el Amstel y el Schinkel y una franja verde (este colchón verde propuesto anteriormente por Niftrik y nunca llevado a cabo como lo planeado) serviría de espina dorsal del nuevo barrio. Se proponía una edificación de menor densidad sumergida en medio de un gran parque. Este plan resultará con una decidida impronta monumental. “Ama los grandes ejes, las calles amplias y las perspectivas cerradas por palacios imponentes”[3]. El resultado, algo obvio para la época urbanística de principios del siglo XX, fue un desarrollo donde se le da un peso preponderante al trazado de grandes ejes y un rompimiento con el sistema policéntrico. La ampliación, con toques monumentales, es comparada frecuentemente con el París de Haussmann. A pesar de ser un trazado completamente distinto a los anteriores ensanches, las intervenciones arquitectónicas puntuales conservan los principios básicos que dan unidad al conjunto edilicio. Se reutiliza el concepto de manzanas alargadas con jardines interiores pero se introducen nuevos elementos de atención de perspectiva, con la introducción de grandes bulevares, siempre, rematando con una pieza potente.

Plan Zuid (Berlage)

Plan Zuid (Berlage)
Amsterdam Municipal Department for the Preservation and Restoration of Historic Buildings and Sites (bMA)

Hacia 1935 se lleva a cabo una de las operaciones más grandes de ensanche de la ciudad en dirección oeste. Cornelis van Eesteren, integrante de De Stijl y colaborador de Theo van Doesburg, sería el encargado de redactar el nuevo Plan de Ámsterdam. “La principal aportación de van Eesteren… es la elaboración y experimentación de un nuevo modo de proyectación, y nace como respuesta a la necesidad de abordar los problemas urbanísticos de una forma totalmente distinta de la desarrollada hasta entonces, e incluso en declarada confrontación con ésta”[4]. La substancial contribución, fue la introducción de un proceso de planeamiento flexible y continuo, a pesar de contener todos los elementos en boga de la época dictados por el CIAM, como la separación de funciones. Como aportación física podemos señalar la introducción de nuevas tipologías edilicias: bloques aislados pero arreglados de forma tal que realizan las mismas funciones que una manzana cerrada pero con más espacios públicos.

Plan de expansión Cornelis Van Eesteren, 1935
Fuente: Galindo, Julian, «La experiencia de Ámsterdam 1929-1958», Fundación Caja de Arquitectos, Barcelona, 2003. PP54… con copyright pero sin leyenda

Actualmente, la ciudad continúa su expansión urbana ya no sobre tierra “firme” sino sobre islas —artificiales o naturales— dentro de su mar interior. Debido al cambio del paradigma económico en los años setenta, y a la búsqueda de nuevos emplazamientos de vivienda popular, el puerto dejó de ser puerto y ha dado paso a una extensiva reconversión de infraestructuras portuarias en barrios residenciales. Tal es el caso de la KNSM-eiland, Java-eiland (separadas ellas por un canal) y Borneo-Sporenburg. La transformación de los otrora puertos fue exitosa. Básicamente, son trechos de tierra alargados donde se han ido sembrando manzanas de alta densidad y cuyas plantas bajas albergan distintos tipos de servicios. Las márgenes de las islas sirven de atracadero para embarcaciones (particulares y empresariales). Siguiendo la tradición acuática, las islas se segmentan por canales perpendiculares y se interconectan por puentes con la tierra firme. A pesar de ser un nuevo tejido urbano reiterativo (manzanas aisladas y espaciadas por amplias franjas de vegetación) que recuerda los trazos posmodernos de los años ochenta, estos tres ejemplos cuentan con edificios singulares que sirven para romper con la monotonía de las veredas peatonales que unen los extremos de las islas. En el caso de KNSM-eiland, el esquema urbano (que parece literalmente la narración de un recorrido con principio y final) funciona con dos puntos nodales en los extremos de la isla, permitiendo así al menos una aparente existencia de tensión. Borneo-Sporenburg, la otra isla experimental, cuenta con un magnífico edificio de vivienda social, escorzado con respecto al sentido longitudinal de la isla y sembrado a la mitad del recorrido. El simple gesto, ayuda al paseante a orientarse y no perderse en la inmensidad de las rectilíneas calles.

Pero donde mayormente se puede apreciar la ausencia de las lecciones de los grandes maestros holandeses es, paradójicamente, en el último desarrollo actual: Ijburg. Digo paradójicamente pues se supone que a mayor experiencia acumulada, mejor debe de ser el resultado.

El plan de Ijburg se plantea como un nuevo polo de atracción, dentro de la reinvención de toda la actividad sobre el río Ij. El proyecto se encuentra en un archipiélago compuesto por seis islas: Steigereiland, Haveneiland, dos Rieteilanden, Strandeiland y Buiteneiland. Es un proyecto urbano ortogonal, donde una malla de vialidades se superpuso al terreno (imaginemos a Cerdá con el ensanche de Barcelona). Los autores del proyecto, Claus, Van Dongen y Schaap, utilizan una estrategia donde los bloques de vivienda cuentan con una mayor riqueza al interior de sus patios, tendiente a la irregularidad interior (en espera de una mayor riqueza espacial), dejando al exterior apeado a una trama uniforme.

Esquema Inicial de Manzanas de Haveneiland y Rieteilanden
Fuente: Mozas, Javier, et. al., «Denssidad: Nueva Vivienda Colectiva», A + T Ediciones, Vitoria, 2004 PP 87… con copyright

Cuando estuve presente en una conferencia de los autores del proyecto en la Universidad Politécnica de Barcelona (2005) y nos presentaron el esquema, parecía realmente innovador: un caos espacial al interior y un orden prevaleciente al exterior de las manzanas, dejando al arquitecto la libertad de “jugar” espacialmente y escarbar los bloques de vivienda. La realidad es otra. Olvidaron tres lecciones fundamentales de sus predecesores: la primera, la interrupción visual; la segunda, la integración de los espacios verdes al diseño; y finalmente, la yuxtaposición de las funciones que hace de una ciudad, una vital y vibrante.

La primera regla, la interrupción visual, se remonta a la crítica que Camillo Sitte formulaba a finales del siglo XIX contra “la pobreza de motivos y la banalidad de las construcciones urbanas modernas”, haciendo referencia en su momento a la ausencia de un proyecto urbano en tres dimensiones[5]. Prácticamente es el mismo señalamiento que hace Mumford pero a la inversa, alabando las cualidades visuales y estéticas del trazado de la tela de araña. Justamente, una de las cualidades de la sección viaria del trazado del Plan de los Tres Anillos fue la introducción de dos hileras de árboles y el continuo desvío de la visual, eliminando por completo la sensación de angustia que genera la infinitud rectilínea. Esto puede ser claramente observado en la sección viaria más larga localizada en la parte sur de Haveneiland, donde la ausencia total de vegetación, sumada a una perspectiva rectilínea produce un angustiante y agonizante recorrido.

CASCO URBANO ÁMSTERDAM. DOBLE HILERA DE ÁRBOLES, REMATE VISUAL PUENTE

HAVENEILAND, CALLE LONGITUDINAL. FALTARON LAS LECCIONES DE LOS MAESTROS. ¿DÓNDE PLANTARÁN LOS ÁRBOLES?

HAVENEILAND, CALLE LONGITUDINAL. SIN VEGETACIÓN.

Además de la falta de integración de la vegetación al contexto (si se observa el plan, se pueden ver grandes espacios abiertos, a manera de parques aislados, casi, dispuestos como terrenos baldíos), la ausencia de la mezcla de usos del suelo dan una sensación de estar caminando dentro de un conjunto residencial horizontal, tipología sobreexplotada en Latinoamérica; ningún comercio cercano, ningún espacio donde se vislumbre la realización de una actividad colectiva que no sea el expresamente diseñado para ello.

Sobre la columna vertebral del proyecto, el eje longitudinal este-oeste, la situación no es muy distinta. Basta con ver en planta el largo de la avenida y la uniformidad del alineamiento de los bloques para volver a tener una sensación de abandono, de querer salir corriendo a refugiarse en un espacio con vida.

HAVENEILAND, BOULEVARD PRINCIPAL. ARQUITECTURA «SINGULAR».

Es cierto que el desarrollo está en una fase intermedia, pero es evidente que las formas urbanas que puedan emanaren un esquema tan rígido (en realidad, se vende como un esquema muy flexible) no revelarán ninguna sorpresa, ningún espacio de recogimiento, ningún lugar entrañable para dar un primer beso. La flexibilidad interna en las manzanas aparentemente también ha repercutido en la libertad arquitectónica. De punta a punta, se pueden observar tantas tipologías como colores del arco iris.

¿Porque pasa esto en un trazado ortogonal y no pasa lo mismo, por ejemplo, en el ensanche también ortogonal de Cerdá (Barcelona)?

A juicio de Manuel de Solá-Morales[6], uno de los precursores de la escuela de Barcelona, es porque todo proceso urbano es un proceso PUE: Parcelación, Urbanización, Edificación. Todas las formas urbanas, según él, parten de la combinación de esos tres factores y, dependiendo de el orden, el resultado es distinto (por ejemplo, una chabola bien puede ser el resultado de un proceso de E + U + P, es decir, edificación primero, luego urbanización y finalmente, un reordenamiento o parcelación). Pero todos los procesos de urbanización tienen un componente subyacente: la asignación de los recursos en el tiempo. Para el caso de Barcelona, la ocupación del suelo se hizo de manera gradual en un lapso de siglo y medio, lo que por sí mismo permitió una variedad de estilos arquitectónicos en armonía con el trazado urbano. Para el caso de Haveneiland, el proceso ha sido uno de tipo clásico contemporáneo, donde todos los recursos son asignados en un lapso muy reducido de tiempo, impidiendo la revisión del propio plan y la armoniosa integración de tipologías arquitectónicas diversas. Estamos frente a un caso conceptualmente similar al del centro de Berlín, donde en menos de diez años se invirtieron alrededor de 20 mil millones de euros, dando como resultado espacios sin carácter y edificios que se dan la espalda y no dialogan entre sí. El proceso de generación de ciudad debiera ser entendido como el mismo proceso de la buena cocina: a fuego lento.

Barcelona, Agosto de 2008


[1] Mumford, Lewis, “The City in History”, MJF Books,New York, 1997 (Primera edición 1961), pp 441

[2] Ídem, pp 443

[3] Gravagnuolo, Benedetto, “Historia del Urbanismo en Europa 1750-1960”, Akal Arquitectura, Madrid, 1998 (Primera edición 1991)

[4] Galindo, Julián, “Cornelis van Eesteren: La experiencia de Ámsterdam 1929-1958”, Fundación caja de arquitectos, Barcelona, 2003

[5] Gravagnuolo, Op. Cit.

[6] De Solá-Morales I Rubio, Manuel, “Las formas de crecimiento urbano”, Edicions UPC, Barcelona, 2003 (Primera edición 1997)

Acerca de jorgemontejano

Arquitecto, Urbanista y Urbanita.
Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario